Jugamos con una baraja francesa, excluyendo las figuras y quedándonos con los números del 1 al 10.
Después de barajar las cartas, se reparten cuatro cartas por jugador. El resto de las cartas se colocan boca abajo sobre la mesa, constituyendo el “mazo”.
Cada jugador debe intentar formar con sus cuatro cartas dos fracciones equivalentes. Si puede hacerlo directamente con sus cartas iniciales, lo hace, aparta sus cuatro cartas y coge otras cuatro del mazo.
Se establecen turnos. Si ningún jugador puede, de entrada, formar fracciones equivalentes, el primer jugador desecha, de entre sus cartas, las que considere conveniente y las pone bajo el mazo. Después coge del mazo tantas como haya desechado. Si no consigue formar dos fracciones equivalentes, pasa el turno al siguiente jugador, que procede de modo similar. Análogamente, los otros jugadores.
Cada par de fracciones equivalentes que consiga formar un jugador las aparta en su zona. El juego se acaba cuando ya no quedan cartas en el mazo. Finalmente ganará quien más cartas consiga.
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